divendres, 5 de desembre del 2008

al filo de lo imposible


Aquest és (era) un programa del que no m'agradava ni el titol, ni el posat del presentador i director, i probablement tampoc m'anava bé l'horari d'emissió (els diumenges a la nit).
Ara deu fer mig any, el vaig descobir (via el ciberespai), i aquesta agradabilissima descoberta coincideix amb l'adeu a la seva programció a TVE. Sembla que per els motius de reducció de despesa han decidit acomiadar al Sebas i a tot l'equp que durant 25 anys han mostrat alguns dels extrems físics del nostre espai vital.
També m'ha servit aquesta "tardana descoberta", a relativitzar alló que és coneix com a impressions inicials.
Us afageixo unes paraules de homenatge de Martinez de Pisón al difunt programa, i al espero que supervivent Sebastian Alvaro

Discurso de Eduardo Martínez de Pisón en la Fiesta de Despedida de “Al Filo de lo Imposible”

26-12-2008

Decían los clásicos que es la mirada del niño la que te devuelve la verdad sencilla. Si no rechazamos esa invitación a este modo de mirar, nos acogeremos a una inagotable línea de fuerza que constantemente se repite. Allí están Robinson Crusoe, Verne, la partida constante a destinos lejanos, a islas desiertas, a océanos polares… Hay allí héroes y destinos que sobreviven generación tras generación, que vuelven en oleadas sucesivas de lectores y espectadores en “corrientes de simpatía”. Todo enlaza en la rueda de viajar, contar, volver a viajar, volver a contar, hechos y relatos encadenados. En esta rueda se ha situado “Al Filo…” con todos sus caracteres, como uno más, realizando y contando los sueños pendientes. Es uno de los grandes, renovado, y uno de los nuestros.

Sin embargo, ser de los grandes no es fácil. Eso requiere tono y solvencia. Si éste es un engarce con el siempre renacido contar la aventura, “Al Filo…” tiene también un “dentro”, sus capas concéntricas que lo componen…

Hace unos meses me pidieron que analizara “Al Filo…”, en un Curso de Verano de la Complutense, y respondí con la alegoría de un estudio geológico, pues igual que el planeta Tierra es un conjunto de tres esferas concéntricas - corteza, manto interno y núcleo - también las tiene “Al Filo”.

Veámoslo capa por capa.

La Corteza de “Al Filo” es lo más visible, lo que solidifica todo aquello que bulle en sus entrañas. Lo externo, lo que se ve, lo que todos vemos, es decir: los documentales. El resultado y el vínculo público.

Hacer esto (en cualquier parte) requiere siempre capacidad; mas aún para tratar la “Gran Naturaleza”. No cualquier naturaleza, sino la de los grandes escenarios de la Tierra. Pero en el caso español, esta contribución necesita un sobreesfuerzo.

Sin embargo, lo increíble ha existido: ¡más de un cuarto de siglo de constante contribución! Uno piensa que parece maravilloso sólo que haya sido posible llegar aquí. Y que haya sido ejemplar, incluso fuera. El resultado por calidad y volumen es extraordinario: una aportación de centenares de documentales, de polo a polo, de mar a mar, de cumbre a cumbre, de gran reto a gran reto, de gran paisaje a gran paisaje.

“Al filo…” nos ha abierto una cascada de horizontes, a una cultura tradicionalmente tan cerrada sobre si misma, que, como escribía Larra, cuando un viajero nuestro que salía de la capital alcanzaba las ventas de las afueras de Madrid, exclamaba ya: “Dios mío, ¡Que grande es el mundo!”

La siguiente capa es el manto, el magma que subyace. Está compuesto, por un lado, por la calidad –de nuevo el tono y la solvencia- de los grandes paisajes y por otro de los grandes viajeros. Por un lado la grandiosidad del escenario, el Himalaya por ejemplo, y por otro la grandeza de la exploración.

El documental es así, muy exigente, porque consiste en la comunicación de lo grande. Y requiere y adquiere grandeza.

Y finalmente, está el tuétano, donde se abriga el Núcleo, constituido por las personas de Al Filo, todos ellas en conjunto. Reunidos con un fin preciso: hacer y contar. Para hacerlo posible ha sido necesario espíritu emprendedor, competencia técnica y valor artístico. Sólo así ha sido posible que Al Filo haya podido ser una contribución cultural de la dimensión que ha alcanzado.

Pero, además, esas personas son muy personas; estamos seguros de que en la pared, sobre la cumbre, tras la cámara, la moviola, etc. siempre hay un verdadero amigo. Un don que enlaza con la rueda perpetua de la “corriente de simpatía” que mencioné al principio.

Para acabar, aún dentro del “núcleo” de este “planeta Al Filo” les cuento que hace años le sugería a Sebas que escribiera sus memorias y le propuse hasta una maqueta en 20 o 30 tomos. Le hacía unas sugerencias de contenidos, de lugares, propósitos, experiencias, personas y aventuras. Y también por tierra, mar y aire… y si no lo ha hecho es porque aún tiene un largo recorrido por delante para hacer otros tantos tomos más. Las montañas no tendrán tiempo para echarle de menos.

Incluso le escribí el prólogo, en recuerdo de un viaje a Hushé. Que decía:

“EL valle de Hushé, es un pequeño mundo en el corazón de la montaña, con referencias propias, con sabiduría de lagos perdidos, leopardos huidizos en las nieves invernales, y leyendas de personajes en diálogo más con los elementos que con la lógica. Cerca del pueblo, el más alto, alejado y aislado, en un valle remoto del Karakorum, sólo ya referido a las montañas, nos esperan sus habitantes, que nos revisten con adornos de papel. Hay palabras y ojos alegres. Una emoción que se transmite como una corriente. Hemos llegado los amigos. Una palabra se repite de boca en boca: “Sebastiano, Sebastiano…” Y lo buscan con una cordialidad tan profunda como tal vez sólo puede mostrarse en este remoto punto. Jamás había entrado así en ningún lugar.

A este lado del río, en el corazón de las cordilleras, o entre los hielos polares, tras océanos tormentosos, en islas castigadas por un perpetuo vendaval, allí donde la fuerza de lo sencillo se expresa con naturalidad, allí te esperan y reconocen glaciares o desiertos, allí habita la verdadera cara de la emoción compartida en honduras humanas que no se ocultan, el verdadero rostro de “Al Filo de lo Imposible”. No es sólo la aventura emocionante, la fascinación de los paisajes lejanos e intocados. “Al Filo…” es sobre todo, sabedlo, esta llegada que no aparecerá en los documentales espectaculares o en los libros que hablan de aventuras en regiones perdidas o en las entrevistas: es sobre todo el hondo afecto con el que es recibido al otro lado de los ríos que casi nadie se atreve a cruzar.

Quien no haya estado allí, en el lugar donde las montañas celebran tu llegada, no sabrá con la suficiente exigencia quien es de verdad ese amistoso torbellino llamado Sebastián Álvaro”.