dimecres, 22 de juliol del 2009

Gibraltar=Español, Perpiñan=Catalán, Melilla=Marroquí, Mónaco= Francés, El Vaticano= Italiano?


Por su interés, reproducimos íntegramente el manifiesto leído por DENAES ante la verja de Gibraltar en contra de la visita del ministro Moratinos al Peñón.


2009-07-21

Libertad Digital

Hace trescientos cinco años, el 4 de agosto de 1704, la tierra española de Gibraltar fue literalmente robada por Gran Bretaña. Gibraltar no fue conquistada por los británicos: la guarnición de la Roca se entregó a un ejército que representaba a un rey de España Carlos III de Austria, contra Felipe V de Borbón en el contexto de la desdichada Guerra de Sucesión.. Después, Gran Bretaña se atribuyó la posesión de la Roca violando todas las leyes internacionales. El Tratado de Utrecht reconoció Gibraltar como territorio español cedido a la corona inglesa; nunca como posesión inglesa ni como entidad independiente. Esa es la situación que se ha prolongado hasta hoy.

Desde aquella lejana fecha, la política española sobre Gibraltar ha sido invariable: Gibraltar debe ser español. Todos los gobiernos de España, monárquicos o republicanos, de izquierdas o de derechas, autoritarios o democráticos, han mantenido durante tres siglos esa misma posición. ¿Por qué? Porque es una cuestión de dignidad; porque no se puede dar carta de naturaleza a una agresión ilegal contra la soberanía española. Es incalificable que un Gobierno como el actual, que se ha llenado la boca con la defensa de la legalidad internacional, venga ahora a aprobar con esta visita la ilegalidad más flagrante que aún existe en tierra europea.

Hoy Gibraltar representa una vergüenza permanente: la última colonia en suelo europeo. En nombre de la convivencia, de la paz y de la construcción europea, España ha multiplicado los gestos de acercamiento, de entendimiento, de buena vecindad. Nada de eso ha servido para nada. Por tanto, la posición española no puede dejar de ser la que siempre ha sido: reivindicar Gibraltar como parte irrenunciable de España. Tal vez nuestro Gobierno no tenga hoy arrestos para seguir manteniendo esa posición. En todo caso, la sociedad española sí los tiene.

La nación española nunca estará completa mientras esta tierra gibraltareña siga en manos ilegales. Por eso la visita del ministro español de Asuntos Exteriores significa una bofetada a la dignidad nacional. Una bofetada que los españoles no estamos dispuestos a recibir en nuestro rostro. España no merece un Gobierno que traicione nuestra identidad, nuestra historia y nuestros derechos. España no merece un Gobierno que se baje los pantalones ante la ilegalidad más grave que aún subsiste en Europa. La sociedad española no puede tolerar un gesto que sólo es cobardía, renuncia y claudicación.

Gibraltar es español. Es una cuestión de dignidad. Si el Gobierno renuncia a defenderla, los españoles no renunciamos.

¡Por la dignidad de España! ¡No tiremos por la borda tres siglos de firmeza!